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¿De que hablan los dos relatos de la Creación de La Biblia?
En el relato existe un observador, quién narra lo que observa. Y una ubicación muy precisa desde donde observa.

Lo que parecía digno de las más emocionantes ficciones distópicas como 1984
de George Orwell o Una mirada a la oscuridad de Philip K. Dick, en las que
sociedades enteras estaban sometidas a un régimen de vigilancia sin su
consentimiento por parte de un ente que ejercía el poder de manera despótica, ha
estado sucediendo desde hace demasiado tiempo, con una consistencia que pocos
crédulos logran reconocer. Ya no es entonces tan emocionante saber que vivimos
en una sociedad global de espías, tan imponente como su génesis corporativa, y
que tiene a Google como Gran Hermano visible del mundo occidental.
Las posibilidades de que los laberintos burocráticos de Franz Kafka se
materializaran en Internet, la Deep Web y toda la "legalidad" 2.0 no parece
suficiente prueba de que la distopía es hoy. Toda aquella pesadilla disfrazada
de fantasía logra ahora ser modo de acumulación privada, móvil mercantil y hasta
mecanismo de ingeniería social. Lo de Cambridge Analytica y la Big Data es
apenas la punta del iceberg.
Un nuevo negocio distópico
La propaganda interesadamente corporativa en torno a las tecnologías y las
comunicaciones preparan el terreno en el imaginario social para el arribo de la
felicidad neoliberal como símbolo del progreso y el desarrollo. El mundo digital
provee esta emoción con herramientas, estímulos, deseos fabricados en los que se
sumerge la individualidad de manera adrede; es un espacio en el que las redes de
información se multiplican a un tiempo acelerado, sobre todo en los últimos
años. Pero todo este dataje es susceptible de ser manipulado por quienes ofrecen
el servicio.
Esas herramientas digitales facilitan la recopilación y la administración con
fines comerciales: la venta de bases de datos es ahora un bien tan codiciado
como un pozo de petróleo. Todo se registra y todo se almacena como insumo para
la continua administración del capitalismo.
Sobre esto ha escrito Shoshana Zuboff, académica estadounidense que investiga lo
que ella denomina surveillance capitalism. Éste consiste en un cambio de
paradigma en los factores de acumulación capitalista, en los que la materia
prima es el usuario web que otorga de manera gratuita la información para que,
posteriormente, se venda al mejor postor.
Con este capitalismo de vigilancia, como le han traducido literalmente en
España, se pone en marcha una lógica de acumulación que tiene por finalidad la
predicción del comportamiento humano para maximizar ganancias y perfeccionar la
penetración y el control de los mercados. La mano invisible de Adam Smith mutó a
un ojo que todo lo ve, todo lo sabe, todo lo siente, y que tiene afán insaciable
de lucro.
Así, la información sobre y de las personas deviene en insumo estratégico para
la creación y acumulación de riqueza y de poder.
Pero hasta ahí no llega la pesadilla vigilante de las corporaciones como Google,
Facebook, Yahoo. La tecnología de poder que se deriva de esta nueva lógica de
acumulación prioriza, por sobre la propiedad de los medios de producción, la de
los medios de manipulación de comportamientos. Las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación son capaces de automatizar operaciones que realiza
el ser humano pero también pueden, simultáneamente, generar nueva información.
La robogenética es una de las ramas más visibles de este paradigma, cuyos
productos pudieran ser en el futuro la mano de obra que suplante a la fuerza de
trabajo del ser humano.
El lenguaje de los algoritmos, como en la película Matrix, visibiliza objetos y
procesos que permanecían velados, y funge como factor constitutivo de una lógica
de acumulación que produce sus propias relaciones sociales, bien delimitadas por
el mundo digital. El filósofo surcoreano Byung-Chul Han lo define así: "Los
macrodatos hacen superfluo el pensamiento, porque si todo es numerable, todo es
igual... Estamos en pleno dataísmo: el hombre ya no es soberano de sí mismo sino
que es resultado de una operación algorítmica que lo domina sin que lo perciba".
¿Quién vigila al vigilante?
A un pana le extrañaba que su teléfono supiera con exactitud el lugar donde
vive, ya que él mismo nunca había dado tal información. Nuestros teléfonos son
esos dispositivos que nosotros creemos manipulamos a nuestro antojo, con una
diversidad de aplicaciones y usos que facilitan las comunicaciones y la búsqueda
de información. Pero en realidad son detectives corporativos, y nosotros pagamos
para que nos espíen. Si tu celular tiene GPS y usas Facebook y una cuenta Google,
sencillamente un algoritmo puede determinar que en horarios nocturnos tu
presencia es sedentaria en determinado lugar, por lo cual el mismo dispositivo
te avisa dónde duermes. Para los olvidadizos, claro.
Entonces uno se plantea una cuestión que parecía insólita, pero que a muchos
gusta porque eso demuestra los grandes avances de la tecnología y las mieles del
capitalismo. Con respecto a eso, el realizador cinematográfico Steve Cutts tiene
algo que mostrar. Tómese dos minutos y medio nada más.
Si esta historia trata de vender acceso del flujo cotidiano en tiempo real de tu
vida -tu realidad- a una aseguradora o manufactureras de mercancías varias bajo
la condición de influenciar y modificar tus deseos y comportamientos
directamente por el lucro, no hay duda entonces de que vivimos en tiempos donde
la mercancía se respira, se piensa y la producimos gratis para quien la vende.
A todo esto el geógrafo marxista David Harvey le llama acumulación por despojo,
ya que mercantiliza ámbitos a los que no había llegado el capitalismo y que
sirve como respiración artificial a la estabilidad de este modo de producir
mundo. Es obvio quién gana y quién pierde: ellos y nosotros, respectivamente.
¿Cabe decir que Google, el pionero de este tipo de negocio distópico, tiene
amplios negocios con el Pentágono para el mejoramiento de armas tecnológicas?
¿Que nuestra información es usada por el complejo militar-industrial
estadounidense como arma de guerra contra la misma población global? ¿Que la
información es vital en una guerra para poder planificar la táctica? ¿Que
nuestros datos les sirve para robarnos la cartera y la determinación propia?
¿Que la realidad trasciende la ciencia-ficción?
Fuente: Misión Verdad


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