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¿De que hablan los dos relatos de la Creación de La Biblia?
En el relato existe un observador, quién narra lo que observa. Y una ubicación muy precisa desde donde observa.

En este año, la decisión de Estados Unidos de excluir a China en el ejercicio
militar multinacional cuenca del Pacífico (RIMPAC, por sus siglas en inglés)
refleja las tensas relaciones en torno a las disputas territoriales en el Mar
del Sur. El secretario de Defensa de Estados Unidos, James Mattis, advirtió que
la exclusión de China en el ejercicio militar es apenas una primera acción para
contener la militarización del gobierno chino en el Mar del Sur, por lo cual
Washington recurrirá a mayores acciones en contra de Pekín.
Las disputas territoriales en el Mar del Sur podrían resultar en una
confrontación entre las grandes potencias dada su importancia geopolítica en
tres importantes aspectos: por su localización, transportando las mercancías de
China, India, Corea del Sur y Japón, una tercera parte del comercio mundial pasa
por el Mar del Sur; en cuanto a recursos estratégicos, el cuerpo marítimo posee
recursos naturales estratégicos como petróleo y gas; y finalmente en caso de una
conflagración otorgaría una superioridad militar a cualquier país, dando un
control exclusivo sobre sus rutas marítimas, que tienen acceso directo a la
parte continental de Asia.
Con un acuerdo de seguridad de defensa mutua, la presencia militar
estadounidense primero se profundizaría en el Mar del Sur a través del apoyo del
gobierno filipino. La alianza entre las dos naciones se reforzó después de la
firma de un acuerdo de defensa con el gobierno de Filipinas hace cuatro años, ya
que implicó el compromiso de instalar cinco bases militares en su territorio.
Las fuerzas norteamericanas realizarán, según el acuerdo suscrito, operaciones
militares conjuntas con las tropas filipinas de manera periódica con el
propósito de hacer frente a las amenazas externas.
En este sentido, la instalación de bases militares representa una amenaza para
la paz en el continente asiático, puesto que los patrullajes de las fuerzas
norteamericanas son cada vez más frecuentes en el Mar del Sur. Por situarse al
este del Mar del Sur y contar con instalaciones militares, las islas de
Filipinas serían entonces la puerta de entrada para la flota norteamericana, que
tendría una presencia militar permanente en Asia. Evidentemente, esto
conllevaría la respuesta de parte del gobierno chino, que defendería su espacio
marítimo por medio de un despliegue de tropas.
Cabe recordar que el gobierno filipino planteó una reclamación sobre la
propiedad las islas Spratly ubicadas en el Mar del Sur en contra de China ante
la Corte Permanente de Arbitraje de la Haya en 2016. El fallo de la corte
concedió la propiedad de las islas a Filipinas, pero el gobierno chino
desconoció la decisión bajo el argumento de que el fallo era inconstitucional de
acuerdo con la ley internacional. La inconstitucionalidad del fallo se debió, de
acuerdo con los medios de comunicación chinos, a que la corte no tiene
facultades sobre la propiedad de las islas, tomando en cuenta que el gobierno
chino solicitó que su soberanía territorial quedara excluida de las decisiones
de la corte.
Por otro lado, el gobierno filipino también infringió su compromiso, que había
hecho en las reuniones de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN,
por sus siglas en inglés), de resolver las disputas territoriales por medio de
consultas y negociaciones con los representantes de China. A raíz del cambio de
gobierno en Filipinas el año pasado, el presidente Rodrigo Duterte no solamente
desestimó la decisión de la corte, sino que además rechazó el reciente
ofrecimiento del presidente Donald Trump de actuar como mediador en las disputas
del Mar del Sur contra China.
Pero ese giro en la diplomacia del gobierno de Duterte, todavía no se ha
traducido en la resolución de las disputas territoriales con China por medio de
las reuniones de negociación entre los representantes de los dos países. Además,
el presidente filipino reafirmó, durante la gira del presidente Donald Trump en
Asia, su compromiso en la instalación de las bases militares en noviembre del
año pasado. De hecho, la construcción de la primera base militar ya inició este
año a pesar de que el acuerdo militar es inconstitucional por no contar con la
aprobación del Senado de Filipinas.
De la misma forma, la asistencia militar de Washington hacia el gobierno de
Filipinas se ha acrecentado significativamente en los últimos diez años. Como
prueba de ello está la ayuda en el sector militar que se multiplicó casi cuatro
veces, pasando de 11,970 a 40,000 millones de dólares durante el período
2011-2017. Todo este arsenal destructivo, que incluye armas de fuego y equipo de
alta tecnología para las operaciones aéreas y marítimas, se concedió por las
razones bien conocidas de Estados Unidos de combatir a las redes terroristas y
los grupos de narcotráfico.
Sin embargo, la guerra contra el terrorismo y el narcotráfico ha provocado la
muerte de 12,000 filipinos durante la administración de Rodrigo Duterte. La
policía filipina ha recibido una gran cantidad de denuncias por parte de la
población, quien la acusa de detener y cometer abusos injustificados contra los
ciudadanos filipinos con el fin de encontrar culpables de una manera rápida.
Además, el gobierno se ha dedicado a perseguir a activistas, periodistas y
defensores de derechos humanos que se atreven a criticar la estrategia del
gobierno para erradicar el narcotráfico y el terrorismo.
Además, el presidente Duterte no ha abordado las raíces de la violencia cuyo
origen se deriva de las terribles condiciones de vida en Filipinas, que ya
cuenta con una tasa de pobreza por encima de un cuarto de la población. En este
escenario de pobreza, el trabajo infantil es el símbolo de la injusta realidad
del mercado laboral, donde millones de niños trabajan en plantaciones, minas y
fábricas destruyendo así su desarrollo profesional. Todo esto fue el producto
del colonialismo norteamericano, que impuso formas de trabajo brutales sobre la
mayoría de la población, acumulando enormes ganancias para sus compañías.
Ante este contexto de violencia y precariedad social, el presidente Donald Trump
declaró que la administración de Rodrigo Duterte está haciendo un "gran
trabajo", tomando en cuenta la complejidad de los problemas de Filipinas. Es
evidente que Washington se ha convertido así en el brazo derecho de este
gobierno represor que necesita de un fuerte complejo militar para aplastar a
todas las protestas sociales, dándole a cambio a Estados Unidos su deseada
presencia militar en el Mar del Sur.
De mantener el gobierno de Filipinas su postura, se corre el riesgo de
desestabilizar la iniciativa de la Ruta de la Seda propuesta por el presidente
chino Xi Jinping. Según el mapa de la ruta marítima, el punto de partida será la
ciudad china de Chongqing, para después atravesar el Mar del Sur y el océano
Índico, y finalmente llegar a los continentes de África y Europa. Para concretar
los proyectos de infraestructura que integran la Ruta de la Seda, los
representantes diplomáticos chinos no sólo están llevando a cabo negociaciones
bilaterales con los países asiáticos, sino también establecieron foros de
diálogo en el seno de la ASEAN.
La ruta marítima tiene una enorme importancia geopolítica para los proyectos de
infraestructura de China en el continente asiático. Por un lado, las líneas de
transporte llevarán las mercancías chinas a los grandes mercados europeos; en
segundo lugar, los productos de los países del sudeste asiático (Singapur,
Malasia, Tailandia, Vietnam, entre otros países) tendrán una salida al mar; y en
último lugar, la ruta conectará al Corredor Económico China-Pakistán con el
Corredor Económico Bangladesh-China-India-Birmania, mejorando así los estándares
de vida de la mayor parte de los asiáticos.
A lo largo de la ruta, el gobierno de Xi Jinping planea realizar cuantiosas
inversiones para explotar los recursos marítimos principalmente en la
maricultura; potenciar el transporte por medio de la construcción de grandes
puertos; e impulsar el turismo a través del mejoramiento de los servicios
públicos. La culminación de estos proyectos dará buenos frutos para otros
proyectos de envergadura como son las líneas de ferrocarriles, los parques
industriales y las zonas de cooperación económica, que están estrechamente
vinculados al desarrollo de puertos, líneas marítimas seguras y la prevención de
daños de desastres naturales.
La barrera más fuerte para realizar estos proyectos, sin embargo, ha sido la
incapacidad de los gobiernos asiáticos de resolver las disputas territoriales en
el Mar del Sur, situación que ahora se ha visto agravada por la posición del
gobierno de Filipinas. Es justo ahora cuando resulta fundamental reforzar la
cooperación entre los países asiáticos a fin de que Estados Unidos, con su
arsenal destructivo, no socave los esfuerzos de impulsar la integración
productiva en el continente asiático.
- Ulises Noyola Rodríguez es colaborador del Centro de Investigación sobre la
Globalización.
URL de este artículo:
https://www.alainet.org/es/articulo/194953


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