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¿De que hablan los dos relatos de la Creación de La Biblia?
En el relato existe un observador, quién narra lo que observa. Y una ubicación muy precisa desde donde observa.
Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento de ALAI, No.
533, junio 2018: Educación popular para reinventar la democracia
Quisiera compartir cuatro ideas acerca de la problemática actual que vive la
democracia en nuestra región y luego indicar qué desafíos tienen los procesos de
educación popular en este contexto.
1. Democracia desgastada
La primera idea es que la democracia liberal está totalmente desgastada en
América Latina. La palabra "desgastada" refleja esa idea que todo aquello que la
constituía, ya no tiene la misma influencia ni utilidad que tuvo; significa una
disolución de todos aquellos factores que en su constitución le dieron
significado, pero que ahora no explican más su sentido: reducida a un momento
electoral que está totalmente penetrado por la mercantilización comercial, la
idea de representatividad ha quedado desgastada, y la construcción de la
participación real en procesos democráticos permanentes, en este momento no son
ni siquiera considerados.
Muchos partidos políticos están desligados de la vida cotidiana y de las
problemáticas concretas de las personas; el espacio político ha sido ocupado por
actores políticos sin relación con las dinámicas de los movimientos sociales,
sin diálogo, sin vínculos con esas personas con las que deben dialogar. La
política pública debe pensarse más allá de lo gubernamental; es una confusión
muy común el reducir la política pública a lo que hace el gobierno. Para que sea
pública debe pensarse como una política donde la ciudadanía se apropia de ella,
discute y toma un papel protagónico en su formulación, en su ejecución, en la
vigilancia sobre su cumplimento y en su evaluación; lo "público" no es sólo lo
gubernamental; los gobiernos tienen la responsabilidad de dialogar y construir
las políticas desde las necesidades y las propuestas de la ciudadanía, y ahí,
entonces sí, los movimientos sociales tienen la posibilidad de aportar a
construir la lógica de estas políticas. Los gobiernos no son los únicos
responsables de las políticas públicas.
2. Vivimos una creciente desigualdad
La segunda idea es que tenemos en América Latina una desigualdad creciente y
cada vez más profunda, en términos de derechos económicos, sociales, políticos y
culturales. Los modelos que se están implementando en varios países de nuestra
región después de los procesos de cambio que tuvieron lugar a comienzos de este
siglo, que no significaron un cambio radical del modelo de sociedad capitalista,
están siendo volteados para atrás, a través de nuevas políticas neoliberales,
caracterizadas por profundizar la exclusión social y creando aún mayores niveles
de desigualdad. Cuando hablamos de democracia tenemos que pensar en democracia
económica, en democracia social, en democracia cultural y esos niveles de
desigualdad y exclusión que vivimos expresan cada vez más relaciones
antidemocráticas, autoritarias, discriminatorias y excluyentes.
3. Se incrementan las situaciones de polarización y agresividad
Como tercera idea, es que esta desigualdad está creando una mayor polarización
entre las personas y fuerzas políticas, que se caracteriza por expresarse cada
vez con una mayor agresividad; no se generan debates con argumentaciones reales,
sino que se presentan confrontaciones que expresan una polarización con
elementos chocantes y con agresividad creciente, que se basan en una exclusión
total de la razón y los argumentos contrarios. Claro, ello está mostrando que
tenemos en conflicto dos modelos que pertenecen a dos paradigmas en
confrontación total: un paradigma del lucro, del mercado, del individualismo,
valores que se posicionan en el centro de la política y de la sociedad y, por
otro lado, tenemos la propuesta de construir un paradigma de vida, un paradigma
de solidaridad, de una idea de democracia, donde podamos caber todas las
personas y se respeten todos nuestros derechos. Esta polarización expresa un
antagonismo de esos dos modelos. Vivimos una época donde no tenemos posibilidad
de ser neutrales, sino más bien estamos disputando cuál de estos modelos va a
guiarnos en nuestras sociedades.
4. Se promueve tanto la desmovilización como la intolerancia
Una cuarta idea es que vivimos procesos de desmovilización e intolerancia,
debido a que es más difícil llegar a generar procesos de debate democrático; es
un escenario más violento, verbal y físicamente hablando; un contexto de
violencia especialmente contra las mujeres y contra todo aquello que signifique
pensar en otro mundo posible que sea distinto al existente; la criminalización
de la protesta significa la violencia contra todo aquel que se opone y crea que
se puede cambiar este modelo. Todo ello provoca procesos de desmovilización,
procesos de resignación que interiorizan que no es posible cambiar las cosas, y
evidencia el papel pendiente de nuestra responsabilidad que tenemos desde los
movimientos sociales, partidos, y desde la educación popular de impulsar el
papel protagónico de los sectores populares.
Un efecto de esa desmovilización es que aparecen otros actores políticos no
tradicionales: aparecen las iglesias del movimiento pentecostal o neo-pentecostal
en todos los países de América Latina como fuerza política en los parlamentos,
municipios e incluso en el poder ejecutivo. Su propuesta se caracteriza por un
discurso fundamentalista que gira en torno a los supuestos valores bíblicos: la
familia tradicional, la vida desde la fecundación y el matrimonio heterosexual.
Como ellos no tienen propuesta técnica económica para el país, al tener fuerza
electoral conservadora, se alían a los equipos neoliberales de los partidos
tradicionales. Por eso estamos en un momento grave de crisis, donde queda
complicado debatir con personas tan fundamentalistas, que creen desde su visión
religiosa que se encuentran en el momento propicio para construir a través de su
presencia en los poderes legislativos, municipales, judiciales y ejecutivo, el
reino de Dios en la tierra. Cuando un grupo de personas cree que un candidato ha
sido elegido por Dios para esa misión y que su mensaje es una manifestación del
Espíritu Santo. ¿cómo debatir con estas personas? Debe llamarnos la atención que
son organizaciones que tienen un trabajo de base, una presencia a lado de la
gente más necesitada, donde logran resolver o aliviar muchos problemas
cotidianos mediante políticas asistencialistas: es el otro extremo de la
política neoliberal, pues mientras el Estado abandona a estos sectores, estas
sectas trabajan con las personas en sus barrios, en sus comunidades y construyen
relaciones de confianza, identidad, seguridad.
¿Y la educación popular?
Con base en estas cuatro ideas sobre la democracia desgastada que vivimos, me
gustaría profundizar algunas ideas sobre la educación popular, la importancia de
la creación de identidad, de espacios de construcción común y solidaridad, para
pensar una sociedad equitativa y justa.
Cuando hablamos de Educación popular hablamos de algo que siempre debe ser
comprendido de acuerdo con los espacios y contextos históricos donde fue creada.
No podemos hablar de "la" educación popular, como un proceso único, homogéneo o
uniforme. Creo que es mejor hablar siempre de procesos de educación popular:
procesos que corresponden a momentos particulares, a contextos particulares.
Debemos comprender qué significa impulsar procesos de educación popular en cada
momento histórico; claro, la historia de la educación popular de América Latina
nos puede enseñar mucho, pero no para repetirla, sino para inspirarnos hacia el
futuro, para enfrentar los desafíos que hoy vivimos.
Todo proceso de educación popular en América Latina ha estado siempre vinculado
a un proceso de organización, participación y de aspiración de espacios de
construcción de democracia. Por ejemplo, en el siglo XIX cuando se hablaba de
educación popular, se entendía como instrucción pública y se tenía la idea que
la educación no sólo debía ser un privilegio para los nobles de la colonia, sino
que debería ser para toda la población. Ya desde entonces, encontramos en el
término "educación popular" una aspiración democrática. Cuando la revolución
cubana empezó la Campaña Nacional de Alfabetización, cuando el gobierno de
Allende en Chile en los años setenta creo un Programa Nacional de Educación
Popular, cuando la Revolución Sandinista en la Nicaragua de los ochenta creó la
idea de que toda la educación de Nicaragua, informal, no formal y formal debería
ser una educación popular, estaban en todos los casos afirmando que los procesos
de Educación Popular están vinculados a aspiraciones democráticas que
fortalecieran el poder de la gente. Cuando el movimiento Zapatista en los años
noventa se levanta y crea procesos de identidad desde sus raíces indígenas y
hablan de una educación popular para construir un mundo donde quepan todos los
mundos, está presente esa aspiración democratizadora que ha ido acompañando
siempre los procesos de educación popular.
Un paradigma emancipador
Pero es importante comprender que los procesos de educación popular no son
solamente un método, no responden sólo a una metodología o al uso de algunas
técnicas, sino que están basados en una filosofía, un paradigma emancipador
ético, político y pedagógico. Este paradigma de la solidaridad, este paradigma
de las personas como sujetos creadores de las sociedades, es un paradigma que se
expresa desde lo ético en lo político y por lo tanto fundamentan una pedagogía,
que es la que posibilita construir espacios y sujetos que edifican una sociedad
democrática por medio del establecimiento de relaciones democráticas en todos
los campos y niveles.
Por eso la inspiración freiriana de una educación liberadora que construye las
capacidades de las personas como sujetos comprometidos con una transformación
social de la historia, implica que los procesos pedagógicos tienen que ser
democráticos para crear capacidades democráticas: sería una contradicción llevar
a cabo procesos educativos autoritarios, verticales o doctrinarios, para lograr
procesos de participación democrática. De ahí la crítica a la educación
"bancaria", por vertical y autoritaria. De ahí la propuesta de una educación
problematizadora, dialógica y horizontal, que vincula la práctica con la teoría,
que desarrolla el pensamiento crítico, la ecología de saberes y la vocación de
humanización.
Los aportes de Freire nos hacen ver que están íntimamente relacionadas las
propuestas de ser sujetos de trasformación social y ser sujetos de procesos
educativos creadores. Si nos formamos como personas críticas y creativas, ello
se expresará en formas de participación social críticas y creativas.
Una idea clave de Freire, en su libro "Pedagogía de la Autonomía", dice:
"Enseñar no es transferir conocimientos, sino crear las condiciones para su
producción". Esa idea no nos la hemos apropiado suficientemente. Educar no es
transferir contenidos, sino crear condiciones para producir, para crear, para
construir conocimientos transformadores. Entonces, la pregunta clave es ¿cómo
creamos condiciones para que sea posible un proceso de aprendizaje, de reflexión
crítica, para crear capacidad de análisis, comunicación, sensibilización de
problemas para poder trabajar y comprender lo que acontece en nuestro alrededor?
En definitiva, para desarrollar nuestras capacidades protagónicas y construir el
protagonismo popular en la vida social, política y cultural. Por eso cuando
hablamos de procesos de educación popular estamos hablando de procesos que se
llevan a cabo en todos los niveles y espacios, creando capacidades que
significan contribuciones esenciales para los espacios de democratización, para
formar espacios de participación efectiva, por lo tanto, para demandar espacios
de institucionalidad y modificar las reglas autoritarias y excluyentes del
ejercicio de la democracia formal.
Si tenemos un paradigma transformador, de una sociedad justa equitativa y
democrática, ese paradigma no significa que es un sueño que algún día sucederá,
sino que es un paradigma que debe guiar nuestras acciones cotidianas. Las
utopías deben manifestarse en la cotidianeidad, expresarse en la acción de las
personas, es la forma en que las personas lo construyen desde ahora. No es algo
que llega de afuera, sino que se construye cotidianamente por la propia sociedad
a partir de sus condiciones, analizando y transformando juntos esa realidad.
No es posible una sociedad democrática, si no construimos espacios de
democratización en la familia, la casa, el trabajo, la escuela, en los barrios,
sindicatos, partido, organización. en todas las dimensiones donde existan
relaciones de poder, tenemos que pensar si esas relaciones de poder ¿son
autoritarias o son democráticas?, ¿construyen capacidades de transformación o
construyen resignación o pasividad?, ¿qué hacemos cada día con nuestro trabajo:
estamos favoreciendo esas condiciones para el protagonismo de las personas o
para su conformismo?
El desafío que tenemos, entonces, en este momento histórico es -en todos los
espacios posibles- construir las capacidades democratizadoras, la posibilidad de
crear la utopía desde los espacios concretos y cotidianos en que nos toca vivir.
Por eso es indispensable comprometernos en la transformación de las condiciones
de individualismo, mercantilización de la vida, consumismo, violencia y
dominación patriarcal que se expresan en el sistema capitalista actualmente
hegemónico que oprime a las mayorías del mundo.
- Oscar Jara es Presidente del CEAAL.
Este artículo está basado en la presentación que se realizó en la actividad de
convergencia titulada: ¿Qué democracia tenemos y qué democracia queremos? en el
Foro Social Mundial 2018, Salvador de Bahía, el día 14 de marzo. En este espacio
convergieron diversos actores y movimientos: la Central Única de Trabajadores
(CUT), El Movimiento de los Trabajadores y Trabajadoras Sin Tierra (MST), Frei
Betto, el Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe (CEAAL),
Instituto de Estudios Socio Económicos (INESC) y la Escuela Nacional de
Formación de la Confederación Nacional de Trabajadores del Campo (ENFOC / CONTAG).
URL de este artículo:
https://www.alainet.org/es/articulo/193672


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